No me he caracterizado por ser una mujer previsora. He trabajado durante tantos años de mi vida, confiada en que en algún lugar escondidito de Bancomer se cobijaban bien resguardaditos los ahorros de mi vida.
¡Y pum!
El epítome de la catástrofe.
Afore Bancomer desapareció.
¡Ah! Pero pobres inocentes incautos, la promesa de que la pensión sería
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